El domingo terminó bien temprano. A las 5.30 (las 7.30 de la Argentina) ya estaba desayunando con Henry Bradley y Gianni Galletti. Sólo tomé un café por recomendación de ambos. “Vas tener que cuidarte mucho con la altura”, me previno Bradley.
A las 6 salimos hacia la ruta y comenzamos nuestra aventura en el Gran Premio Nacional de Carreteras Caminos del Inca. A la hora y media estábamos a 4.800 metros de altura. Durante el ascenso, ni me di cuenta de que ya estábamos tan alto. Curiosamente, comencé a sentir un poquito de presión en el pecho y un leve dolor de cabeza cuando Gianni me dijo que estábamos a 4.700 metros...
Para que el organismo se adapte, aspiramos oxigeno de un tubito que teníamos en la Grand Cherokee.
Durante todo el camino hasta Huancayo (centro del Perú), donde terminó la primera etapa, fuimos “casi a fondo”. Las curvas cerradas y los precipicios realmente dan miedo. En algunos sectores claves de esta primera etapa, el público se juntó en cantidad para ver a los coches de carrera en acción.
Estuvimos un rato en Puente Stewart, a 50 kilómetros de Huncayo. Ahí pude estar en contacto con los fanáticos peruanos. El entusiasmo que le ponen no es tan distinto al que hay en la Argentina. Alientan a los que van a fondo y abuchean a los que van despacio.
Obvio que Juha Kankkunen, que corre con un Subaru que tiene fierros de los Barattero, fue la estrella. El finlandés fue segundo en los dos primes y se puso al frente de la General de la carrera.
Ni bien llegamos a Huancayo nos instalamos en el hotel. Yo me puse a escribir la nota para CORSA. La única secuela que tengo del periplo de 250 kilómetros y la altura es un fuerte dolor de cabeza. Le debería haber hecho caso a Gianni, que a cada rato me estaba diciendo que me tomara la cosa con calma. ¿Alguien tiene una bayaspirina?
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