Cuando escuché que Bradley y Gianni decían que había que salir temprano de Ayacucho para no llegar de noche a Andahuaylas realmente no los comprendía ya que entre ambas ciudades hay menos de 250 kilómetros. Claro, uno está acostumbrado a hacer esa distancia en la Argentina, no en los caminos peruanos que están en Los Andes.
Mientras los equipos y pilotos que corren en Caminos del Inca aprovecharon el martes para descansar y terminar algunas reparaciones en los vehículos, nosotros decidimos emprender viaje para poder llegar con tiempo a Cusco, donde termina la tercera etapa de la carrera.
Salimos del hotel de Ayacucho a las 12 del mediodía e ingresamos al hotel de Andahuaylas a las 22. De más está decir que tanta demora se debió mucho a las condiciones de la ruta. Según Gianni y Bradley está peor que el año pasado por lo que será clave para el desarrollo de la competencia, que hasta ahora la gana Ricardo Dasso.
La bajada de Ocros fue impresionante. Estuvimos a más de 4.000 metros de altura y bajamos a 2.000 en menos de una hora. Hicimos una “parada técnica” en pequeño poblado. Después seguimos viaje. Antes de llegar a Huancarama, donde cenamos, nos pasó algo curioso: varias veces tuvimos que “pagar peaje” a un grupo de niños que ponían piedras en el camino.
La altura ya no se siente. El organismo ya está adaptado, aunque el cansancio al hacer una caminata rápida se siente igual. Al menos no hay dolor de estómago, ni de cabeza. Eso sí, los riñones duelen como nunca. La Grand Cherokee se movió para todos lados.
La última parte del trayecto la hicimos de noche. Fue una nueva experiencia porque realmente íbamos rápido. Según Gianni hubo tramos en los que llegamos a los 100 km/h.
Obviamente que hablamos de todo en el viaje. De la seguridad en el automovilismo y de lo que pasó con Alonso y McLaren. En una de esas conversaciones, con Gianni llegamos a la conclusión que soy el primer periodista argentino que “corre” en Caminos del Inca. ¿Quién lo hubiese dicho?
No hay comentarios:
Publicar un comentario