El miércoles lo cerramos con una cena con Hans Firbas en el exclusivo hotel Libertador de Cusco. Llegamos al hotel a la una de la mañana con la firme intención de levantarnos más temprano para visitar las ruinas de Machu Picchu.
Levantamos campamento a las 4.00 y nos fuimos a la terminal de San Pedro para conseguir los boletos de tren que nos llevarían a destino. Mientras yo hacía la cola (que se entienda), Roberto se encargó de hacer un trabajo de “inteligencia” teniendo en cuenta que algunas personas nos habían dicho que los pasajes ya estaban agotados.
Efectivamente, cuando llegó el momento de sacarlos no había nada. Pero ya teníamos el “plan B”: Roberto había hablado con Valerio, un taxista que nos había dijo que yendo a la siguiente terminal íbamos a conseguir los codiciados boletos.
Luego de una hora y media de viaje y 70 soles, Valerio se encargó de comprarlos (pagamos por ellos 77 dólares). Como era temprano, aprovechamos para ir a tomar un café. Hicimos el pedido, pero demoraron una eternidad. Lo mismo le sucedió a unos irlandeses. Cuando se los trajeron ya tenían que irse, así que nos dejaron los cafés -ya pagados- a nosotros. Era evidente que la suerte estaba de nuestro lado.
Cuando fuimos a la terminal para tomar el tren, otra grata sorpresa. Entre la multitud divisé un mate. Ni lerdo, ni perezoso fui hasta la señora que lo estaba cebando. “¿Argentinos”?, les dije. “Sí, de Córdoba”, me respondió la señora, que estaba acompañada de su hijo (un policía que estuvo dos meses en Lima haciendo un curso de antiterrorismo), su nuera y su nieto. Hablamos un rato y enseguida encontré lo que estaba buscando: un rico mate, que lo aproveché al máximo.
Después de una hora y media, llegamos a la terminal de Aguas Calientes. De ahí, tomamos un bus (12 dólares) y llegamos a Machu Picchu. Pagamos 40 dólares y entramos al complejo. ¿Qué decir de las ruinas que ya no se hayan dicho? Estaría de más describir su grandeza…
Llegamos al hotel como a las 10 de la noche. Con Roberto coincidimos en que la experiencia de haber ido a Machu Picchu fue espectacular, más como se dieron las cosas ya que dudábamos de que lo pudiésemos lograr.
Pero acá no estamos para hacer turismo. Gianni me avisó por teléfono que a las 4.30 pasa por nosotros para seguir viaje hacia la meta de los Caminos del Inca. Nuestro próxima parada es Arequipa. Tenemos que hacer 489 kilómetros antes de encarar la última parte de la competencia. Hasta mañana…
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