El domingo a la noche, después de mandar todo para CORSA, me encontré con Roberto y Susan en el lobby del hotel. Ahí me enteré de una historia tremenda. En el hotel de Camaná, donde habíamos dormido el día anterior, hay fantasmas.
“Yo estaba en la habitación 206 y de repelente comencé a escuchar ruidos extraños que no me dejaban dormir. Venían de la habitación 204, que estaba al lado. Llamé al conserje del hotel para quejarme y me dijo que esa habitación estaba clausurada. Salí de mi cuarto, me paré frente a la puerta de la 204 y los ruidos seguían. Me fui corriendo a la habitación de mi padre, en la que había otra cama, y me quedé durmiendo ahí”, me contó Susan.
Después siguió con su relato: “Antes de irme a dormir mi papá dijo algo así como que en el hotel pasaban cosas de noche… No le escuché bien y cuando le pregunté que había dicho, me dijo que no era nada. Cuando le conté esto a Roberto, él me dijo que lo había escuchado a mi padre decir que en este hotel había almas en pena. Pero como en México no usan ese término, no entendió a qué se refería”.
Las palabras de Susan nos pusieron la piel de gallina. Nosotros estábamos en otro cuarto, un poco más alejado, pero no escuchamos nada. De hecho Roberto de durmió enseguida y yo poco tiempo después. Recién nos despertamos a las cuatro cuando Gianni vino a buscarnos para seguir camino hacia Lima.
El lunes aprovechamos para hacer turismo. Al mediodía nos fuimos con Roberto a recorrer el centro de la ciudad. Primero pasamos por la Plaza de Armas, donde está la casa de gobierno, una catedral y otros edificios importantes. Justo estaban celebrando el Día de las Fuerzas Armadas así que nos quedamos chusmeando un poco.
Como no pasaba nada, nos fuimos caminando y nos detuvimos en una peatonal que está frente a la plaza. Yo estaba distraído cuando comenzaron a tirar cañonazos con motivo de la celebración. Dice Roberto que por poco me tiro cuerpo a tierra. Los disparos me tomaron desprevenido y lo primero que pensé fue en los amigos de Fujimori. Tal vez habían aprovechado la celebración para hacer de las suyas…
Después del susto pasamos por una feria artesanal, compramos algunas cosas y de ahí nos fuimos de nuevo al hotel. Descansamos un poco y nos volvimos al lobby, donde nos encontramos con Kankkunen. Ya más distendido, nos quedamos hablando con él y varias personas más (entre ellas Gianni, que vino a despedirnos) hasta que se hizo la hora de ir a la fiesta de premiación.
Hans Firbas nos pasó a buscar a las 21 y allí fuimos. La ceremonia fue muy emotiva y hasta tuve que hablar por pedido de Henry Bradley. Fue una linda experiencia y tuve la oportunidad de agradecer todo el buen trato que recibí en estos días. Queda un día más en Lima antes de volver a casa.
Si Dios quiere el miércoles a la mañana ya estoy en Buenos Aires con Silvina y mi pequeño Tommy, a quienes extrañé “horrores”. ¿Qué si voy a volver a Caminos del Inca el año próximo? Hoy digo que no… Mañana, puede ser…
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